Abril, como todos los meses, es el mes de todo, y cada día trae su propia conmemoración regional, nacional, mundial... Ya no existe un jueves sencillo, o un lunes en el que no tengamos ya comprometido algún recuerdo. Pero en medio de esa maraña de fechas especiales, el 23 de abril para las lenguas inglesa y española es especial porque conmemoran la muerte de dos de sus autores fundacionales: Miguel de Cervantes Saavedra, padre de la novela moderna, y William Shakespeare, creador de varios personajes ya inmortales y arquetípicos. Si bien se dice que ambos murieron en la misma fecha, aunque no en el mismo día, y otros afirman que Shakespeare no murió el 23 sino el 22 de abril, este día se recuerda con intensidad y permite traer a colación temas más benéficos como lo es la literatura y el idioma en general.
A mí en particular me trajó a la memoria a varios poetas, y por hoy solo quiero recordar un sólo poema, es más, un solo terceto, del tuerto López:
Mas hoy, plena de rancio desaliño,
bien puedes inspirar ese cariño
que uno le tiene a sus zapatos viejos...
bien puedes inspirar ese cariño
que uno le tiene a sus zapatos viejos...
(Aquí está el poema completo)
Y me acordé de los zapatos viejos porque al revisar nuestro armamentario farmacológico en infectología me sentí (y espero me perdonen el estereotipo) como la mujer que mira sus zapatos (varios pares, estantes, muchos...) y solemne exclama: ¡no tengo que ponerme! Y terminan mirando en un rincón esos zapatos viejos, pero cómodos, que terminan por salvar la salida (bueno, en realidad no sé si el estereotipo funciona así).