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jueves, 31 de marzo de 2016

Para hablar de sepsis: a cambiar el chip

El 23 de febrero de este año, la Sociedad médica europea de cuidado intensivo y la Sociedad Médica de Cuidado Crítico, presentaron el tercer consenso internacional de definición de sepsis y choque séptico. La necesidad de redefinir estos conceptos se derivó del mayor entendimiento de la fisiopatología de la sepsis y la importancia de predecir desenlaces como requerimiento de hospitalización en unidad de cuidado intensivo (UCI) y probabilidad de muerte. En el consenso participaron especialistas en cuidado crítico, infectólogos, neumólogos y cirujanos.

El primer objetivo de la nueva definición de sepsis es restringir el término a pacientes con infecciones complicadas, entendiéndose como complicación alteraciones en la perfusión tisular. Por lo anterior, se define el síndrome de sepsis como una disfunción grave de órgano secundario a una respuesta inmune no controlada frente a una infección. La presencia de síndrome de respuesta inflamatoria sistémica no se considera en la definición de sepsis por presentar baja especificidad en pacientes infectados y no identificar alteraciones en la perfusión. El término sepsis grave se considera superfluo dado que con la nueva definición de sepsis se da a entender que ya existe compromiso de por lo menos un órgano vital (1).


La identificación de una respuesta inmune no controlada que lleve a disfunción de órgano no es fácil. Para tal fin se han evaluado escalas como el SOFA y el LODS para evaluar inflamación o disfunción de órganos. En la universidad de Pittsburgh se evaluó el poder de predicción de estas escalas y del SIRS para desenlaces de mortalidad intrahospitalaria y hospitalización en UCI. La escala SOFA y LODS presentaron un poder de discriminación para mortalidad intrahospitalaria similar entre ellas (AUROC SOFA= 0.74; 95%CI, 0.73-0.76; AUROC LODS = 0.75; 95% CI, 0.72-0.76) y superior a la de SIRS (AUROC = 0.64; 95%CI, 0.62-0.66). Por presentar menos variables, el consenso recomienda realizar seguimiento en la UCI con la escala SOFA. Un cambio en más de dos puntos en esta escala predice un riesgo de 2 a 25 veces más alto de morir por sepsis. (2)

Dado que para evaluar la escala SOFA se requiere varias pruebas de laboratorio, no siempre disponibles en centros de primer, segundo nivel o fuera de la UCI, se propone la aplicación de la escala qSOFA (quick SOFA), la cual comprende tres variables: Glasgow menor o igual a 13 puntos, presión arterial sistólica menor o igual a 100 mmHg y frecuencia respiratoria mayor o igual a 22 respiraciones/minuto. El valor predictivo de esta escala para identificar pacientes con sepsis fue similar a la del SOFA evaluado fuera de la UCI ( AUROC= 0.81; IC95% 0.8-0.82). El objetivo de esta identificación rápida de pacientes potencialmente sépticos es el inicio temprano de medidas de reanimación, extensión de estudios para evaluar compromiso de perfusión tisular o remisión a unidades de mayor complejidad
Para la definición de choque séptico fue realizada una revisión sistemática de la literatura seguido de un proceso Delphi. Posterior a la votación los criterios clínicos considerados para la definición de choque séptico fueron: presión arterial media menor a 65 mmHg, hiperlactatemia (lactato mayor que 2 mmol/L o 18 mg/dl) y requerimiento de uso de vasopresores ya que fueron las variables que mostraron mayor predicción de mortalidad (54% de tasa de mortalidad en pacientes con las tres variables en el estudio de la Universidad de Pittsburgh y 35% en el Kaiser Permanente de California del Norte) (3).

La nueva definición de sepsis permitirá identificar de una manera precoz los pacientes con mayor riesgo de presentar complicaciones. El concepto clave es recordar que el tratamiento exitoso de la sepsis inicia con una adecuada reanimación, identificación y control del foco infeccioso seguido de inicio de terapia antibiótica empírica adecuada según la epidemiología local, no al contrario.

La inclusión de los niveles de lactato como marcador de perfusión en los criterios de choque séptico es muy importante, tanto para el diagnóstico como para el seguimiento, por lo tanto es fundamental que la medición del mismo se encuentre disponible en todas las instituciones que tengan UCI y urgencias de alta complejidad.

Aplicar estos conceptos requiere tiempo y educación del personal médico. Lo realmente interesante será en la  práctica poder evaluar si el cambio en la definición de sepsis y choque séptico derivó o no en un cambio en la mortalidad asociada a esta entidad.

REFERENCIAS


martes, 14 de julio de 2015

Sepsis, bacteremia y trasplante: Dependiendo del huésped, diferente mortalidad

Históricamente, la bacteriemia (la presencia de bacterias viables en el torrente sanguíneo) se asocia a desenlaces adversos y mortalidad. Es de suponer que en el hospedero inmunocomprometido, bacteriemia y sepsis tienen un impacto desproporcionado en mortalidad, comparado con el huésped immunocompetente, como por ejemplo, paciente receptores de trasplante de órganos solido o médula ósea.

Andre Kalil y colaboradores, publicaron en Clinical Infectious Diseases 2015;60(2):216 un estudio que parece contradecir lo anterior. El estudio, de casos y controles, ajustado con índices de propensión al riesgo, comparando pacientes bacteriémicos receptores de órgano Solido (SOT: Solid Organ Transplant en inglés), con un grupo de pacientes immunocompetentes de iguales características. 123 pacientes SOT fueron comparados con 246 controles: 36% fueron trasplante renal, 34% hepático, 13% renal y hepático, 7.3% intestino delgado y 5.7% cardiaco-pulmonar.  Por regresión logística condicional, se detectó que los factores asociados a mortalidad en el grupo de bacteriemia en SOT fueron el número de comorbilidades (OR: 8,2),  alto puntaje en el SOFA (OR:1.2) y presencia de infección nosocomial (OR: 36.3). Como era de esperarse, el uso apropiado de antibióticos fue un factor protector para mortalidad (OR: 0.04).  Después de ajustar por otras variables clínicas importantes, (presentación clínica, severidad de la infección, tipo de infección) los pacientes con SOT tuvieron mucha menor tasa de mortalidad a 28  y 90 días que el grupo de immunocompetentes (HR:0.22 y 0.43, p=.001 y .025, respectivamente.)


lunes, 8 de junio de 2015

Ante la reanimación cuide su ABC, ¿el antibiótico va con la A?

La sepsis, especialmente en sus formas graves como el choque,  es universalmente temida y reconocida como la reina de la muerte, a la cual se rinden héroes o fuertes guerreros como Kahl Drogo en Juego de Tronos. Al ser la sepsis secundaria a un proceso infeccioso, el primer acto reflejo es considerar el tratamiento antibiótico (carbapenémico y combinado con glicopéptido mucho mejor) como el gran salvador y primer arma a utilizar. Pero este razonamiento tan lógico a primera vista, ¿siempre es cierto?  Y segundo  ¿en qué evidencia se fundamenta?
Según la literatura, la sepsis tiene una mortalidad atribuible del 30 al 47%, lo que ha llevado al esfuerzo de realizar guías y recomendaciones direccionadas a disminuir estas cifras. Las recomendaciones más  reconocidas a nivel mundial son las publicadas en la campaña Sobreviviendo a la Sepsis (1), donde con base en la mejor evidencia disponible se recomiendan los siguientes grandes pasos a realizar en las primeras tres horas para la reanimación exitosa de un paciente séptico:
1- Medir  lactato.
2- Obtener cultivos de valor clínico previo  a la administración de antibióticos.
3- Administrar  antibióticos de amplio espectro durante la primera hora de reanimación.
4- Administrar cristaloides 30 ml/kg si hay hipotensión o lactato > 4 mmol/L.