No está mal, y no es la idea plantear una superioridad moral de los que carecemos de esa delicadeza de mirada sobre quienes la poseen. Tampoco es para condenar las trivialidades de la vida, que en muchas ocasiones sí que nos hacen falta. Es reflexionar por un asunto de vital importancia, así nos parezca nimio, como es el hecho de estar vestidos.
No voy a traer a colación el génesis y decir que en el paraíso íbamos desnudos (pero es exactamente lo que acabo de hacer), pero sí a recordar que la ropa permite marcar diferencias: de sexo, de grupo social, de estrato socioeconómico, y tiempo atrás de profesión. El médico a lo largo de las diversas épocas se ha diferenciado en un grupo aparte y la vestimenta lo ha hecho evidente. En la época de la medicina pretécnica, en la mayoría de las culturas el papel de médico era ejercido por sacerdotes, chamanes o arúspices, que vestían diferente para realzar esa conexión con lo sagrado. En la antigua Grecia cuando con Hipócrates se inicia esa transición a una medicina técnica y naturalista (en contraposición a lo supernatural) cada gremio tiene sus elementos distintivos, y el gremio médico, como todo gremio artesano, también desarrolla su emblema: el caduceo del bastón y la serpiente.
Con la edad media el papel del médico recae nuevamente en un personaje de autoridad religiosa, pero desde la autoridad de su conocimiento más que de su conexión con Dios: el hermano herbolario, pero también se corresponde con el surgimiento de la cirugía en manos de las lesiones externas, o inmundas, que escapaban al razonamiento y requerían la habilidad manual, detestada por el clero y su afán de separar el alma prístina del cuerpo mundano y sentina del pecado... El barbero se encargaba de aquellos procedimientos requeridos por el herbolario sin que este tuviese que mancharse las manos, como lo fueron las sangrías, y los drenajes de abscesos. Cuando en el renacimiento el saber, incluido el saber médico, se separa del ejercicio eclesiástico y monacal, los médicos y los barberos se ven abocados a diferenciarse y lo hacen a través del vestido, más específicamente, de la bata: corta para los cirujanos y larga para los demás. Eso sí, debajo de la bata los médicos vestían como los grandes señores que eran.
Con la evolución del vestido los médicos, y posteriormente las médicas, mantendrán la elegancia en el vestir, al unificarse la medicina interna y la cirugía desaparece la segmentación en las batas. Sin embargo la modernidad trae cambios y ya no sólo los trajes de sastre o los atuendos de corbata serán usados por los médicos, sino que se impondrán los trajes de mayo por su comodidad, y adicionalmente, por su mayor adaptabilidad al control de infecciones, facilitando la higiene de manos, entre otras cosas, y llevando además la discusión de si la ropa quirúrgica puede usarse en pisos, entre otras. Pero saltan algunas preguntas a la vista: ¿será conveniente? ¿qué opinan los pacientes? ¿se afecta la credibilidad?
Un grupo de investigadores decidió no quedarse con la pregunta entre el tintero y armó un estudio bastante grande sobre si el hábito hace al monje. El artículo, publicado en BMJ en febrero de este año, es un poco extenso, por lo que pueden leer aquí un buen resumen del mismo. El estudio, intitulado TAILOR (Sigla proveniente de las palabras Targeting Attire to Improve Likelihood Of Rapport), parte de la pregunta de si el modo de vestir del médico influencia la percepción del paciente, y cómo lo hace. Para contestarse deciden hacer una revisión sistemática de la literatura, encontrando 30 artículos que satisficieron sus criterios de inclusión, encontrando 11533 pacientes de 14 países, con varios servicios hospitalarios representados. Destacan en el abstract del artículo que en 7 de cada 10 estudios encontraron que la vestimenta del médico si influencia la percepción del paciente, y que en 6 de cada 10 estudios los pacientes prefieren la ropa formal y la bata blanca sin especificar que atuendo va debajo, especialmente cuando se encuestó a pacientes mayores. En la UCI o urgencias no hubo una preferencia generalizada a favor del traje formal o del traje de mayo.
La relación médico paciente es el eje de nuestro trabajo como profesionales de la salud y su construcción dentro de las limitaciones actuales de tiempo y dificultadas por los sistemas (de salud, tecnológicos, etc) es cada vez más difícil, por lo que identificar factores que permitan generar una buena impresión que facilite la confianza del paciente podría ayudar a que esta relación sea más fluida, argumentan los autores. Por otra parte, cada institución busca vender una imagen de seriedad y prestigio usando políticas del buen vestir, y en algunos casos se hacen exigencias como uso de corbata, o por el contrario, prohibición de la misma, uso de trajes de cirugía como atuendo de calle, uso de las batas, camisas de manga corta, prohibición formal de uso de relojes en la muñeca, y esmalte en las uñas, que si bien pueden tener algún soporte racional (pero pobre en la evidencia, es verdad) no sabemos cómo influyen en la percepción de nuestros pacientes (o usuarios, úsese la palabra que más le guste).
Para pacientes más jóvenes no fue tan importante el traje de formal e incluso tendían a favorecer el uso de trajes de mayo (¿influencia de Grey's anatomy?) e incluso no daban un valor negativo a la presencia de tatuajes, piercings faciales, cabello suelto, o zapato deportivo, los tennis que tan satanizados han sido en la mayoría de instituciones educativas y de salud. El único estudio en el nuevo Mundo fue hecho en Brasil y publicado en 2013, encontrando que los pacientes prefirieron el traje formal más la bata blanca en todos los escenarios.
Siempre hemos sabido que el aspecto del médico, o de la médica, es un elemento que influye de alguna manera en nuestra relación con el paciente. Sin embargo, el vestido no es más que parte de esa actitud de cuidado que está integrada a nuestro hacer y que de nada sirve tener traje de tres piezas, corbata y reluciente bata blanca, si la bata va abierta, la corbata limpiando las barandas de la cama del paciente, y el médico no se hace higiene de manos. Ya no es un traje de trabajo sino un disfraz, como el que se puede usar en televisión para representar un personaje, y si no hay un ser humano comprometido pasa lo que prevé el dicho: aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
Nota: ¿Se dan cuenta qué en esta serie las mujeres NO usan esmalte? Al menos en el afiche de presentación. Si dejan los relojes y practican la higiene de manos con frecuencia (recordar nuestra primera entrada) con buena técnica podrían ser una influencia positiva en los jóvenes, en los médicos ya no creo, dado que la mayoría ha referido odiar la serie, lo que irónicamente sugiere, que un buen número la ve.
Todo entra por los ojos, pero lo que dices de la actitud es absolutamente fundamental, mas cuando de la higiene se trata.
ResponderBorrarEs cierto. Cada vez es menos la persona a la que le interesa ver un médico de corbata y bata, si la bata va sucia, o si no ven que el médico haga buena higiene de manos. Buscan cosas diferentes, pero el atuendo mantiene un grado de influencia en los pacientes que no es conveniente despreciar.
ResponderBorrarExcelente Anotación. Un abrazo para los Infectólogos que contribuyen con un envejecimiento saludable.
ResponderBorrarGracias Robinson, un abrazo.
BorrarSería interesante saber si la vestimenta impacta en la percepción del servicio en la población colombiana. La población mayor, que es buena parte del volumen que atienden las especialidades clínicas , son las que más valoran este aspecto en algunos estudios . De ser así, hay que reforzar este aspecto en los estudiantes , que a veces creen que, en el proceso de atención, da lo mismo vestirse como obrero de la construcción que como médico.
ResponderBorrarBuenos días profe. En ese sentido son llamativos los datos de Brasil, que pareciera ser en esencia un país poco dado a un vestir formal en especial por el clima (y uno en Brasil ve a una buena parte de los médicos trabajar en mangas de camisa, y pantalón menos formal) y prefirieron el traje formal más la bata blanca. Un estudio así aquí nos ayudaría a tomar decisiones para hacer recomendaciones.
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