Le falta calle...

"En la calle,
Algo bueno va a pasar.
Ven sale a la calle,
Sal a caminar..."

En las semanas que siguieron al diagnóstico del primer caso de covid-19 en Colombia (que fue reportado el 6 de marzo, con muestra tomada el 2 de marzo y síntomas que iniciaron el 26 de febrero) comenzó en redes sociales una especie de "movimiento" con el fin de entrar en cuarentena lo antes posible, dado que en China esto había sido visto como el elemento central para el inicio del control de la pandemia. De hecho hizo carrera un estado de WhatsApp que decía algo así:

"Mi hijo de 3 años dice que no hay que salir de casa porque si el virus está en la calle y no nos ve, se va.

Lo entendió todo"

No, no entendió nada.

No digo que la culpa sea del niño de tres (cuatro a siete) años, a quien se le explicó de manera simple una razón y un propósito para el confinamiento. El punto es que no entendíamos para qué entrar en mitigación mediante cuarentena, y mucho menos cuándo o por cuánto tiempo. Después de reírnos de la cuarentena de 14 días (ya nadie ríe al ver que el 12 de junio cumplimos 80 días de encierro) las múltiples presiones que se han acrecentado (sociales, económicas, culturales, de salud mental), de pelear por los tapabocas, por la curva (que si se aplana o se aplaza...), por la gente en la calle, por nuestros balconazis locales, en fin, ya metidos en la re-apertura económica, estamos en mitad del debate de como hacer segura la calle para volver a salir.

Pero el virus no está en la calle: está en las personas que transitan por la calle. Y no, la calle no es insegura (en términos de covid-19). El agente causal de la covid-19, el SARS-Cov-2, es un virus que requiere estar en una persona para poder multiplicarse. Casi todos los estudios muestran que los dos elementos fundamentales para prevenir la infección son higiene de manos y distanciamiento físico, y que como el virus se transmite en conglomerados, pequeños grupos, asegurar condiciones apropiadas de ventilación en donde hay gente reunida. Y la calle es un buen ejemplo de lo que es un espacio bien ventilado.

Hasta ahora no se ha encontrado un caso de transmisión de covid-19 a través de objetos y superficies, siempre está involucrada la cercanía con otra persona. Así que no es desinfectando las calles, asperjando alcohol a las maletas o desinfectando el aire desde los helicopteros como vamos a lograr un regreso seguro a la "normalidad". Es volviendo a las acciones que desde febrero hemos iniciado y que debemos continuar: insistir hasta el cansancio en la necesidad de asegurar buena higiene de manos y distancia física de 1 a 2 metros, cuando esta no es posible usar mascarillas, pero, como es impredecible si la distancia se cumplirá o no, usarlas siempre que salgamos a la calle, usándolas bien, con higiene de manos (sí, toca repetirlo cada vez que sea necesario) cada vez que las toquemos (las mascarillas). Y sí en la calle tocamos algo, en el transporte público, en el mercado, en donde quiera que hayamos salido, no hay más remedio que volver a lavar las manos o al menos, higienizarlas con alcohol.

De igual manera es bueno recordar que la mascarilla nos ayuda porque esperamos que retenga las gotas que lanzan las personas infectadas, asintomáticas o no. Estas gotas salen principalmente por la boca, pero también pueden salir por la nariz, aunque a distancias mucho más cortas. Mantener la distancia física (la distancia social hay que acortarla, esa brecha hace que de acuerdo al ingreso y otras condiciones sociales los desenlaces sean peores) es el elemento clave (después de la higiene de manos).

También, hay que tener en cuenta que es poco probable que a través del piso vayamos a contagiarnos. Desinfectar zapatos al entrar o salir de un lugar es más un factor de riesgo para caídas que una estrategia que disminuya los contagios. ¿Por qué lo hacemos? Yo creo que lo hacen para mostrar que el lugar es seguro, que toma medidas, que se preocupa, pero no tiene asidero. ¿Quieren mostrar preocupación? Instalen lavamanos portátiles, faciliten la higiene de manos, faciliten el remplazo de tapabocas a quienes tengan uno deteriorado y una caneca apropiada para desecharlos. Eso sí es útil, ahí es donde necesitamos.

Yo no abogo por romper el confinamiento. Sin embargo, estoy seguro que se romperá, por las buenas o por las malas. Por eso creo que es hora de prepararnos para volver a la calle, para que nosotros ocupemos la calle de manera segura para los demás, para que no seamos un riesgo para los demas, para qué los demás no sean un riesgo para nosotros. Nos falta calle, es cierto, pero nos falta ser más cuidadosos para volver.