Hace no mucho habíamos escrito en BlogInfecto sobre las infecciones urinarias y sobre la importancia capital de la construcción clínica del diagnóstico con el fin de evitar dar tratamientos inapropiados e innecesarios a los pacientes basados sólo en pruebas de laboratorio. Sin embargo hay circunstancias en las que es el paraclínico es el que define el síndrome y debemos ser aún más agudos en el análisis con el fin de tomar la mejor determinación posible.
Si estamos hablando de orina es claro que el diagnóstico es la bacteriuria asintomática, que podemos considerar más una condición o situación que una enfermedad. Es indispensable recordar que la orina (obtenida por micción espontánea) no clasifica como un líquido estéril y que dependiendo de la edad y el sexo, sin contar con el uso de dispositivos invasores de la vía urinaria siempre existe una probabilidad diferente de cero que personas sanas tengan bacteriuria. Determinar su rol es lo realmente complicado y por eso en 2005 la guía de la IDSA para el abordaje de esta condición es importante. En esta guía, aparte de las definiciones, nos dan pautas de cuando existe la necesidad de dar tratamiento, dejando claro que el escenario más fuerte es el de mujer gestante, seguido del paciente que será llevado a instrumentación de la vía urinaria y finalmente el de paciente inmunocomprometido.