La expresión "es un hueso duro de roer" nos habla de las características de ciertas personas, pero sobre todo nos habla de lo que sabemos y conocemos de los huesos: son duros, son livianos, son secos, están bien protegidos (aplican condiciones y restricciones), y de esa manera son difíciles de infectar. Sin embargo, una vez ocurre la infección, los elementos protectores (los músculos, las fascias, el periostio, la disminución de la circulación sanguínea más su disposición curiosa en las canales de Havers, etcétera) se convierten en los elementos que hacen difícil el tratamiento. Adicionalmente, las dificultades en la clasificación de las osteomielitis en agudas y crónicas se suman al monitoreo, más la duración del tratamiento, más la vía del tratamiento...
Por eso la publicación del estudio OVIVA es una muy buena noticia, aunque en no pocos escenarios ya se vinieran tomando medidas similares. La introducción al artículo recuerda que las ideas acerca de tratar la osteomielitis implican tratamiento quirúrgico más una larga terapia intravenosa de al menos seis semanas, pero al revisar la duración del tratamiento en diversas fuentes, incluidas ediciones anteriores de Mandell, explicaban que era lex artis dar al menos 14 días de tratamiento IV antes de paso a vía oral, pero también advertían que no había evidencia suficiente que dijera que esto fuera lo adecuado. Sin embargo, en pacientes con muy buena respuesta al desbridamiento quirúrgico, con microbiología identificada, y con opciones de tratamiento oral con buena susceptibilidad, tolerabilidad, biodisponibilidad y costo, después algunos días de tratamiento (¡a veces dos o tres!) se pasaban los pacientes a vía oral sin un riesgo llamativamente diferente de recaídas.
Por eso la publicación del estudio OVIVA es una muy buena noticia, aunque en no pocos escenarios ya se vinieran tomando medidas similares. La introducción al artículo recuerda que las ideas acerca de tratar la osteomielitis implican tratamiento quirúrgico más una larga terapia intravenosa de al menos seis semanas, pero al revisar la duración del tratamiento en diversas fuentes, incluidas ediciones anteriores de Mandell, explicaban que era lex artis dar al menos 14 días de tratamiento IV antes de paso a vía oral, pero también advertían que no había evidencia suficiente que dijera que esto fuera lo adecuado. Sin embargo, en pacientes con muy buena respuesta al desbridamiento quirúrgico, con microbiología identificada, y con opciones de tratamiento oral con buena susceptibilidad, tolerabilidad, biodisponibilidad y costo, después algunos días de tratamiento (¡a veces dos o tres!) se pasaban los pacientes a vía oral sin un riesgo llamativamente diferente de recaídas.